BIODANZA

 

 

No es una terapia, aunque sí terapéutica. Creada por el psicólogo chileno Rolando Toro, Biodanza trabaja con la parte sana de la persona. A través de música, movimiento y el grupo, este sistema ayuda a desarrollar nuestros potenciales en conexión con la vida. El objetivo: recuperar la alegría de vivir.

Un camino para reencontrar la alegría de vivir. Así definía Biodanza Rolando Toro Araneda, el psicólogo chileno creador del sistema. Se trata de un método de integración de la persona consigo misma, los demás y el mundo, con fines y resultados terapéuticos, que mejora la salud física, orgánica y emocional de quienes lo practican regularmente. A través de la música, el movimiento y el grupo, Biodanza facilita la integración entre lo que pensamos, lo que sentimos y nuestras acciones, y nos ayuda a conocer y desarrollar los potenciales con los que nacemos de una forma divertida. Biodanza trabaja con la parte sana del individuo con el objetivo de conectarnos con la alegría de vivir y transformar nuestros estilos de vida.

La vida es bella siempre, y con cáncer también

“Con Biodanza cambiamos posturas de vida a través de la experiencia”. Es lo que se denomina vivencia: “no puedes tener ninguna experiencia sin emociones y sentimientos”, explica Cordula Bruch, médico alemana formada en psicooncología, quien trabaja con pacientes de cáncer. “En Biodanza hablamos de reorganización orgánica”. A través de ella, “se crean situaciones donde la persona se entrega”, según la italiana Luisa Verenini, didacta (formadora de profesores) especializada en Biodanza clínica y facilitadora (profesora), de un grupo con pacientes de cáncer de mama.

Biodanza, la danza de la vida

A Mª Luisa, “Biodanza le ha dado la vida”. Su facilitadora, Araceli Fernández, cree que “le ayuda a recuperar la alegría y la movilidad en el cuerpo, el tono general; a sentirse viva y a tener ilusión”. Ella lo corrobora: “A mí me ha aportado muchísimas cosas”. La profesora dice: “yo no soy la misma”. Entre otros beneficios, destaca: “cuidarte, darte el valor que te mereces. Antes solo era mirar por los demás, y llega un momento en que te das cuenta de que tú también eres importante, que tienes que quererte para que los demás te cuiden”. Superviviente de un cáncer de vulva, su pareja le dice que no puede dejar las clases: “tengo una vida sexual muy buena, la relación con mi hija también ha cambiado, nos entendemos mejor”.

Araceli Fernández, facilitadora por la Escuela Hispánica de Madrid, cree que a sus alumnas Biodanza “les conecta con la salud”. Confiesa que “no hay ejercicio que se les resista. Si necesitan silla en lugar de suelo… es querer y echarle creatividad”. La autorregulación es una de las claves del sistema: “hay mujeres que han venido escayoladas, no pueden caminar pero se mueven en el sitio con el ritmo”. La otra es progresividad: “la propuesta es hacer lo que sientes que puedes hacer”, en palabras de Luisa Verenini.  La facilitadora italiana cree que estas mujeres “necesitan sentirse normales, estar en la vida. Tienen miedo de que vuelva la enfermedad, de no vivir, a abrir los brazos, sentir dolor, no poder hacerlo… Son personas con las que hay que trabajar mucho la alegría de vivir”. “Una de ellas decía que tenía poca resistencia y no tenía muchas fuerzas para bailar, pensaba que solo podía hacer dos ejercicios. Hizo toda la sesión y al final lloraba como una niña porque llevaba años sin poder caminar. ‘Ahora siento que he abierto una puerta dentro de mí’, decía”.

Una invitación a vivir con entusiasmo

Ercilia Orellana, médico y psicoterapeuta que ha investigado con pacientes de cáncer de mama, asegura que “Biodanza mejora el estado psicológico y de salud en general”. Gracias a la combinación con sesiones de terapia psicológica, “cambia mucho su estado anímico y hormonal, empiezan a tener más deseo sexual, quieren más su cuerpo, cambian de vestuario y expresan mucho las emociones. Ya no se preocupan más de que tuvieron cáncer porque cambian otros aspectos de su vida, dejan de tener miedo a la muerte”, relata. También Luisa Verenini observa que “es venir a Biodanza y se experimenta una sensación de bienestar”.  Frente al cáncer, “todos trabajamos con lo mismo: la invitación a vivir, a vivir con entusiasmo. Dar la mano para entusiasmar a las personas, porque con ello podemos inspirar”, dice Cordula. “La vida es bella siempre, y con cáncer también. Si nos ocupamos mucho del problema no encontramos la salida, tenemos que liberar nuestros movimientos”, asegura. Se trata de “entender lo que pasa y sentir que quiero vivir”, y en ese sentido, “Biodanza es un sistema complejo y fantástico”. Araceli lo corrobora: “para mí lo abarca todo, es la danza de la vida: Biodanza te conecta con la vida”.

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