Las ‘prácticas biológicas’ emplean sustancias que se encuentran en la naturaleza, como hierbas, flores, hojas, cortezas de árboles, frutas, semillas, tallos y raíces, alimentos y vitaminas que se usan por su sabor, aroma o sus posibles propiedades terapéuticas. Incluyen el uso de los suplementos dietéticos, productos de herboristería y otros denominados naturales.

Aunque se necesita más investigación, hay datos que sugieren que los antioxidantes, por ejemplo, pueden mejorar la calidad de vida de algunos pacientes con cáncer. La mayoría de estudios no ha hallado, sin embargo, efectos protectores contra la enfermedad. Tampoco hay certeza acerca de los efectos que tiene consumir vitaminas y suplementos minerales, entre ellos, los antioxidantes, durante el tratamiento oncológico. Algunas investigaciones identificaron posibles riesgos en la complementación de este suplemento con dosis elevadas de ciertas vitaminas o sustancias relacionadas.

Micoterapia: setas contra el cáncer

La evidencia sí avala el uso de los hongos, conocidos por su efecto inmunomodulador y antitumoral, como parte del tratamiento contra el cáncer. La ciencia que estudia los hongos con fines saludables, tanto en la prevención como en la complementación terapéutica de esta y otras enfermedades, es la micoterapia. “La base micoterapéutica para el tratamiento integrativo del paciente oncológico establece tres hongos esenciales”, explica Iván Simón, director de Micosalud en Hifas da Terra: Ganoderma lucidum (conocida por su nombre en japonés, Reishi), Grifola frondosa (Maitake en japonés) y Agaricus blazei Murrill o Champiñón del Sol, “que se podrían complementar con otros hongos medicinales en función de la patología concreta y/o los síntomas asociados”. La administración se realiza en forma de cápsulas o viales.

La psicóloga Guadalupe Rúa ha acompañado su tratamiento contra un cáncer de mama con el uso de las setas: “quería fortalecerme antes de la cirugía y que mi sistema estuviese preparado”, nos cuenta. “Para mí, las setas han sido fundamentales, siempre han estado ahí, las he tomado todo el tiempo durante un año y han sido las compañeras de viaje imprescindibles”, reconoce. “Lo que no puedo decir es lo que es atribuible al efecto placebo, no sé a qué se debe cada cosa, pero el apoyo ha sido importante”, asegura.

En pacientes con tumores hematológicos, leucemias y linfomas, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) no recomienda la toma de setas durante el tratamiento con quimioterapia, dado que todavía no se conoce el efecto que causan en las células tumorales ni hay estudios de seguridad en este grupo de tumores y pacientes. “Se necesitan más estudios adicionales que evalúen el beneficio terapéutico de los extractos en este tipo de tumores”, reconoce Iván Simón. Estas personas sí podrían tomar setas dentro de su dieta habitual, pero no se aconseja una ingesta de las variedades de uso oncológico (Reishi, Maitake, Cordyceps, Champiñón del Sol, Coriolus) y menos en altas cantidades o concentrados.

No todo lo natural es bueno o inocuo

Desde estas páginas hemos insistido en más de una ocasión en que ni ‘natural’ es sinónimo de ‘bueno’ ni todo lo natural es inocuo. Los oncólogos advierten de que lo natural no está exento de efectos secundarios e insisten en que algunos productos ‘naturales’ pueden perjudicar incluso los tratamientos contra el cáncer. Es el caso de algunas plantas. Muchas son seguras, pero otras pueden tener graves efectos secundarios e incluso interferir en las terapias contra el cáncer como la quimioterapia, la radioterapia o la recuperación de una cirugía.

Los suplementos de hierbas pueden causar efectos secundarios nocivos y presentan algunos problemas de interacción negativa con los tratamientos convencionales para el cáncer. Determinados productos podrían ser incluso peligrosos para los pacientes de esta enfermedad. Es el ejemplo del hipérico o hierba de San Juan, que podría reducir la eficacia de ciertos medicamentos oncológicos, pues se ha observado que los niveles de  quimioterapia en el cuerpo se verían reducidos en personas que la toman.

Según la guía de hábitos oncosaludables de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), no se recomienda el uso de plantas ni de otras sustancias farmacológicas combinadas con el tratamiento citostático, biológico u hormonal debido a que existen numerosas interacciones medicamentosas de los derivados de las plantas cuando se combinan con el tratamiento convencional, pudiendo producir aumento de toxicidad o disminución de la eficacia de los medicamentos. En estudios de toxicidad, “los extractos específicos de hongos han demostrado bajo riesgo de interacciones medicamentosas por inhibición del citocromo P450”, puntualiza el director de Micosalud en Hifas da Terra, Iván Simón.

Los datos científicos son limitados

El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral (NCCIH) y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI), ambos estadounidenses, recuerdan que no existen datos concluyentes sobre el uso eficaz para la cura del cáncer o su remisión de ningún método complementario para la salud, incluidos los productos naturales, como las hierbas o los suplementos dietéticos. Aún no se conocen con certeza cuáles son los beneficios de complementar la dieta con diversos fitoquímicos y hierbas para ayudar a prevenir o combatir el cáncer.

Una revisión de la bibliografía sobre los suplementos de hierbas y el cáncer concluyó en 2008 que el uso de algunas hierbas podría ser eficaz para controlar los efectos secundarios y síntomas como náuseas y vómitos, dolor, cansancio e insomnio, aunque los datos científicos son limitados. Los estudios que investigan si los suplementos de hierbas o las sustancias derivadas de ellos podrían ser útiles en el tratamiento contra el cáncer se encuentran en sus fases iniciales y muchos de los ensayos clínicos realizados no han sido bien diseñados.

Además, nunca se deben utilizar productos botánicos y suplementos cuya eficacia no haya sido comprobada para reemplazar el tratamiento médico convencional ni como razón para demorarlo.

 

 

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